viernes, 23 de febrero de 2007

Gracia

Lo sé doctor, lo sé, pero lo que pasa es que ya no puedo aguantarla, todos los días es una nueva historia con esta maldita. Ya la he soportado por casi veinte años y me han dejado de parecer graciosas sus tonterías, sin contar con lo avergonzado que me siento.
Verá, antes solíamos ser buenos amigos, literalmente inseparables, los días comenzaban y ella estaba siempre ahí, con una sonrisa enorme que me alegraba el día tan sólo de verla. Me levantaba, alcanzaba mis zapatos, quizás una toalla, y ella estaba ahí; tomaba una ducha, y ella estaba ahí; desayunaba, y ahí mismo se quedaba, todo el tiempo presente, siempre con esa sonrisa y una mirada reconfortante. No era fastidioso, al contrario, me resultaba agradable su presencia y me parecían hilarantes sus chistes en los que comentaba infinidad de temas. Me asombraba lo enterada que estaba del mundo desde esa posición que ocupa.
Aún recuerdo cuando íbamos juntos a la escuela, y se sentía como apenada y le daba por esconderse y retraerse. Para ese entonces no era tan altanera, recuerdo muy bien los días en los que se burlaban de ella y siempre recurría a mí para consolarla. Asimismo cuando algo me ocurría a mí, siempre podía contar con que me ayudara. Los dos éramos un equipo inseparable, siempre riendo y jugando.
Así que decidí que debía tener un nombre, la llamé “Gracia”, no tanto por la similitud que hay entre lo que es y el nombre, sino porque sólo bastaba con que ella se moviera un poco para hacerme reír de una manera indetenible. Y así continuamos, siempre juntos, aunque poco a poco comenzó a cambiar nuestra relación. Pasamos a secundaria y tuve mi primera novia, ya para entonces no era tan cómoda la situación, siempre le daba por interrumpir las conversaciones y hablar de ella misma, como si todo girara en torno a ella. Pero así seguimos, de alguna forma estimándonos mutuamente, para ese entonces todavía no me colmaba tanto la paciencia.
El tiempo transcurrió y poco a poco comencé con ese sentimiento de aborrecimiento, un enfado creciente cada día. Si antes me alegraba la jornada, ahora ya no lo hace tanto, ahora más bien resulta ser un mal diario que neutraliza todas las cosas buenas que me pasan. Puede decirse que es como una piedrita que uno lleva en el zapato y que lentamente por alguna razón crece, adquiere vida propia y hasta se burla descaradamente del infortunado que la porta.
Así continuó la cosa, durante todos estos años mi panza y yo hemos pasado por interminables historias. La verdad no sé por qué se ha vuelto así, antes era muy modesta y cortés, siempre muy amable. Eso ya no se puede decir, ahora es burlona y grosera, todo el tiempo con una risa que lejos de contagiar alegría, te da un pánico terrible. Siempre asomándose con esa mirada inquisidora, esa que cuando la sientes te da un escalofrío absoluto que te recorre de pies a cabeza. Y no sólo se contenta con eso, además formula comentarios que realmente incomodan a la gente. Que si tal persona es una puta o no, que si tal tipo se mete con quien, que si no hay nadie mejor que ella... Resulta insoportable entablar cualquier comunicación con ella, ya no se puede más, ya no puedo continuar así. Ya ni siquiera me deja llamarle pancita o barriguita, dice que es una falta de respeto. La verdad no creo que sea muy importante otorgarle mucho respeto a la panza que uno tiene, pero sólo a mí me tenía que tocar una panza que además de incómoda tuviera carácter. Si no fuera porque ahora está dormida, nos estaría armando un tremendo borlote por todo lo que le estoy contando. Ella no es de las que esperan. Ella pide y demanda como si fuera una persona, una persona mandona y encajosa.
Es por eso que vengo con usted, sin duda sabrá qué hacer, yo ya lo he intentado todo. Desde dietas al borde de la hambruna, pastillas carísimas, licuados amargos, hasta cremas e incluso ejercicio, y en cada una de estas prácticas se queda ahí, mofándose de mí, diciéndome la poca cosa que piensa que soy y además alegando que nunca me libraré de ella. Ya no la quiero más, si pudiera, la arrancaría de un solo golpe, la tomaría con mis manos hasta tenerla bien sujeta y con toda mi fuerza la desmembraría hasta que ya no quedase nada, ni un solo rastro… Pero sé que no puedo hacer tal cosa, lo sé y ella también, y realmente lo sabe muy bien, se encarga de recordármelo cada mañana restregándomelo en la cara.

Esto ya ha tardado demasiado. Sí, conozco cómo son estas cosas, pero de todos modos me parece que han tardado bastante. Uno esperaría que cuando a uno lo hacen pagar tales cantidades de dinero, el servicio debería ser excelente. Al menos la enfermera fue linda. Desde que llegué me saludó con una sonrisa y me preguntó que cómo me sentía, yo por supuesto contesté que bien. Eso es lo que siempre contesto, aunque tratándose de la situación bien hubiera podido agregar algo más, tan sólo para avivar la conversación con tan bella mujer. Después sacó de un bolso grande y blanco los utensilios para rasurarme. Normalmente eso me desagrada, la picazón y el ardor son sensaciones que me exasperan. Sin embargo con ella se me hizo diferente, todo lo que yo podía hacer era mirar sus largos cabellos negros mientras se acometía a tan incómoda tarea. Desafortunadamente en eso despertó la estúpida Gracia, y comenzó a insultarla. Y como siempre, tan vulgar como ella sola, no sabía ni qué era lo que pasaba, pero para ella la enfermera ya era una puta y debía irse al carajo. Todo el hospital pudo escuchar parte del espectáculo, no hubo más remedio que darle sedantes y esperar que eso la tranquilizara.
Los sedantes funcionaron, y después de un rato pude ver de nuevo a la enfermera, por su cara pude percibir que se sentía algo apenada, eso es lo que siempre causa esta jodida Gracia, no hay día en el que no haga algo parecido. De todas maneras me pareció una señorita encantadora, cómo me gustaría de nuevo verla, o incluso invitarla a salir, una vez que ya no tenga a Gracia a mi lado haciéndome la vida imposible.
Después me trajo a este cuarto con usted, me puso el suero, me recostó y me inyectó con eso que está en ese frasco justo al lado suyo, supongo que han de ser otros sedantes o algo parecido. Aunque ya tardaron en hacer efecto, empiezo a desesperarme y comienzo a dudar acerca de lo que estoy haciendo.
Dígame, ¿qué le van a hacer después de que me separen de ella? Yo me he estado imaginando que ustedes las llevan a un lugar bastante placentero, algo así como un lugar de retiro para las panzas cansadas, donde puedan tomar el sol en sillones reclinables, con bebidas exóticas y alguien que esté ahí para hacerles masajes en el momento que lo apetezcan. Al menos eso es lo que quiero imaginar. Ustedes hacen algo con ellas ¿no? Porque ni modo que las tiren o las desechen, eso no estaría bien, la panza de una persona tiene cierta historia, y en algunos casos, como en el mío, tiene incluso personalidad, sentimientos, emociones, mente. Son cosas que no se pueden tirar así nomás, sería como echar a la basura una parte de nuestro ser y como tal, merece algo de respeto, por mucho que no las queramos.
Esto ya está haciendo efecto, comienzo a sentirme cansado y usted todavía no me ha respondido, sigue sentado esperando no sé qué, desde hace rato no me dice una sola palabra. Yo ya le he contado cómo es mi situación, tal vez no sería mucho pedir que me contestara eso que le estoy preguntando. ¿Qué es lo que le van a hacer a Gracia? Creo que al menos tengo ese derecho, como le mencioné, ella es parte de mi ser; y aunque sea algo tarde, merezco saber cuál será su paradero, el destino que a final de cuentas yo le impondré. Por favor, dígame qué le van a hacer…


Continúa negándome esa respuesta. Tal vez no fue tan buena idea venir aquí, esa cara que usted pone no me da ninguna seguridad. Respóndame por favor, después de que todo esto pase ¿la podré volver a ver? Al menos podría darme alguna seña, en vez de mostrarme esa cara tan indiferente, tenga algo de respeto ante mi consternación, después de todo es de mi cuerpo de quien estoy hablando.
Ya no puedo más, se me hace más difícil continuar despierto y realmente me está preocupando su silencio… Si no me quiere contestar tal vez sea por las razones que imagino, y que tal vez siempre supe pero nunca quise hacer caso. Tan sólo quería librarme de ella… deshacerme de ella… como de un trapo viejo. Definitivamente fue un error venir aquí, no es ningún trapo, tiene nombre, es Gracia. Con ella es con quien pasé mi infancia, es la que conoce todo de mí, todos mis gustos, mis defectos, mis pensamientos y sueños. Sea como sea siempre ha estado ahí, de alguna manera apoyándome, no puedo hacerle esto…

Apenas puedo hablar, difícilmente puedo mantener la mirada. No puedo creer lo que estoy haciendo… por lo menos dígale que esta no es mi intención, que yo no quería que nada le pasara… yo sólo quería que nos separaran un poco. Dígale que nunca olvidaré el tiempo con ella, que siempre recordaré sus chistes… dígale que me arrepiento, que siempre fue buena conmigo… que soy yo el que me debo disculpar. Dígale que siempre la quise, tan sólo me sacaba de quicio algunas veces, pero que siempre la quise. Dígale que yo no quería esto, me sentí obligado y cometí una tontería… Ya no puedo más… dígale que la quiero… dígale que me perdone, por favor, dígale, se lo ruego…

1 comentario:

Erion dijo...

o0??

ok, tengo un comentario, uno y solo uno al respecto:

(clap clap clap clap)
Interesante... Interesane...

Auf wiedersehen