lunes, 25 de febrero de 2008

Matinée

Ayer por la mañana fui a pasear por el parque frente a mi casa, no lo hago muy seguido puesto que me da frío y para qué quieres que me enferme. La cosa es que mientras caminaba noté algo precioso sobre una roca, corrí entusiasmadamente para cersiorarme de que no era solo la reminiscencia del sueño, al llegar vi sus color brillantes, partes azules con verdes, blancas, rojas, violeta, y un dorado central que deslumbraba. Le pregunté cómo había llegado ahí, no me respondió nada.

domingo, 24 de febrero de 2008

Aclaración

Como siempre siguió hablando y hablando; con la oscuridad a la puerta, la esencia a cigarro, un maullido a lo lejos. Todos lo escuchaban, todos lo seguían, no importando lo que gritara, balbuceara o musitara; la atención no lo abandonaba. Su ojo izquierdo comenzó a tiritar, ese tiriteo característico de persona desequilibrada que no tiene poder alguno sobre sus músculos inquietos. No era para tanto, no le iba a suceder absolutamente nada, solo tenía que abrir la puerta y recibir a su público. Fue entonces que notó el hoyo en su frente, la ceguera en sus labios, la sordera en sus ojos, fue entonces que atisbó la neblina a su alrededor, fue entonces que tomó una carta con su mano izquierda, la tiró al piso y se abalanzó sobre ella cual perro hambriento sobre un mendrugo de pan. Hasta entonces se dió cuenta de que todo estaba perdido y su suerte yacía en las cenizas.